Y lo último, de momento, sobre la catedral de Palencia

Los últimos quince años han sido bastante movidos para este monumento. Se han hecho muchas cosas; unas por dentro y otras por fuera; unas por arriba y otras por los lados; unas notorias y otras ocultas. Pero la actividad ha sido constante, y la documentación generada como consecuencia de ello es enorme; o debe de ser enorme; o así tendría que haber sido. Supongo. Porque apenas ha trascendido nada de todo ello. Incluso las intervenciones más destacadas (y caras) sólo han sido noticia breve y ocasional. Las dos últimas (restauración de la capilla de las reliquias y transformación de la fachada oeste) no han tenido más difusión que una escueta exposición con fotos y dibujos dentro de la propia catedral, en un rincón.

La multiplicidad de promotores que han puesto dinero y el proverbial recelo hispano entre los mismos no ayuda a estas cosas. Aparte de lo complicado que resulta saber a ciencia cierta todas las actuaciones llevadas a cabo al amparo del plan director (y fuera de él) en este tiempo, no tengo constancia de que se haya editado ningún monográfico ni reseña conjunta con carácter divulgativo de las vicisitudes recientes de la catedral (la revista Ars Sacra le dedicó una parte de su número 34 en el año 2005), ni que sea posible acceder a prácticamente nada de todo el material científico (investigación histórica, levantamientos gráficos, soluciones constructivas, diagnósticos de lesiones, tratamientos empleados, etc) que necesariamente ha tenido que producirse, y que estará durmiendo el sueño de los justos en algún polvoriento archivo. Sólo he podido encontrar en internet un par de cosas; la primera, apenas un comentario sobre la fotogrametría del ábside que hicieron los de la Universidad de Valladolid a finales de los 90; y la segunda, unas imágenes y un vídeo de la modelización que hicieron sobre las fachadas norte y oeste los de la empresa Topocal, S.L. para los últimos proyectos de restauración.

Todas estas cosas así, en bruto, podrían cautivar a un cierto público, quizás en principio no muy amplio; pero convenientemente contadas, ordenadas y emplazadas, creo yo, serían material interesantísimo (como se hace en otros sitios) en ayuda de un monumento como esta catedral, que parece querer subirse últimamente al carro del turismo, aunque con poco tino. Y eso que el precio, 2 euros, es insignificante frente al coste de la entrada a cualquier otro edificio histórico o museo que reúna tantas bellezas como las que ofrece la Bella Desconocida.

Entrada para acceder a la catedral

Entrada, de papel normal y corriente, para acceder a la catedral

Los 2 euros son precio, no un “donativo”, porque no son un regalo, una dádiva ni una cesión para fines benéficos o humanitarios (como lo define el diccionario de la RAE). Yo prefiero que pongan las cosas de verdad, o que no pongan nada. No se han devanado mucho el seso en el diseño del papelito, que, por lo demás, es fino y poco apto para su buena conservación. Y el precio no incluye folleto, tríptico ni plano para la visita, que siempre es algo que todo visitante agradece: la posibilidad de sentirse autosuficiente para recorrer el lugar, y la sensación de llevarse algo material como recuerdo, todo ello sin gastar más que una vez.

Evidentemente, la catedral de Palencia, los que la “gestionan”, han de reflexionar sobre las posibilidades que tienen al alcance de la mano para el redescubrimiento del edificio, y darse cuenta de las mejoras (sencillas y baratas) que necesitan introducir para cambiar diametralmente la percepción del visitante.

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