¿Qué es restaurar?

Me parece interesante comenzar por el principio. ¿Qué es restaurar? Y para saber lo que significa una palabra, nada mejor que acudir al diccionario de la lengua española, vigésima segunda edición (la que está disponible ahora mismo en la web de la Real Academia).

Restaurar (del lat. restaurare): 1. tr. Recuperar o recobrar. 2. tr. Reparar, renovar o volver a poner algo en el estado o estimación que antes tenía. 3. tr. Reparar una pintura, escultura, edificio, etc., del deterioro que ha sufrido.

Cualquiera de las tres acepciones nos suena bien. La primera, muy genérica, quizás hoy sea poco empleada. La segunda es, etimológicamente, la más exacta, y universaliza el término; cualquiera, y en casi cualquier situación, puede restaurar; no es una acción de élite, todo lo contrario; aunque no estemos acostumbrados a ello, si el señor que nos viene a arreglar la lavadora nos dice que “ya la he restaurado”, está hablando con toda propiedad. Y en la tercera, la que más nos puede concernir, encontramos con alegría la palabra “edificio”. Sí, parece una reminiscencia del clásico concepto ternario del arte: pintura, escultura y arquitectura; pero hemos de suponer que ahí estamos nosotros; si reparamos un edificio del deterioro que ha sufrido, estamos restaurando y, por lo tanto, somos (o deberíamos ser) restauradores (aunque también lo podamos ser reparando nosotros mismos la lavadora).

Y ya que acaba de salir el término, veamos ahora también lo que es un restaurador.

Restaurador, ra (del lat. restaurator, -oris). 1. adj. Que restaura. U. t. c. s. 2. m. y f. Persona que tiene por oficio restaurar pinturas, estatuas, porcelanas y otros objetos artísticos o valiosos. 3. m. y f. Persona que tiene o dirige un restaurante. U. t. c. adj.

Ahora nos encontramos con ciertos problemas. Podemos limitarnos a la primera acepción, por comodidad, que es lo que hemos hecho algo más arriba, e ignorar las otras dos; todo el que restaura es restaurador. La segunda nos decepciona un poco; es la que podría corresponder con la tercera de “restaurar”, pero sólo se menciona la pintura, pongamos que también la escultura (aunque una estatua no tiene por qué ser escultura), la porcelana (¿perdón?) y “otros”. Menos mal que una iglesia, un castillo o una casona de piedra, hoy día, sí podemos considerarlos “objetos artísticos o valiosos”. Pero, ¿un palomar? ¿O una caseta de adobes? ¿O un humilladero de ladrillo? ¿O una vieja noria de hierro para sacar agua de un pozo? ¿Existe un común acuerdo acerca de lo artístico y lo valioso? Seguramente el diccionario nos podría ayudar, pero eso lo dejaremos para otra ocasión. De las tres acepciones, la última fue incluida en el diccionario en 1985, indicando que se trata de un galicismo. No obstante, diría que es hoy la primera cuando se emplea la palabra en los medios de comunicación. Sin embargo, paradójicamente, no se corresponde con el verbo. Un restaurador “de restaurante” no restaura. Pero es el restaurador más conocido.

Mejor no darle demasiadas vueltas a la cuestión. El diccionario está de nuestro lado, así que restauramos, y somos restauradores. También lo son el que se dedica a curar pinturas, el que tiene un restaurante, y el que arregla lavadoras. No merece la pena entrar en sangrientas luchas por apropiarse del término. En un momento tan delicado como el presente, con la profesión arquitectónica en plena caída libre tanto en ejercicio como en consideración social (y nos lo hemos ganado a pulso), nos conformaremos con saber que, al menos, tenemos derecho a llamarnos así.

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