Hay que pedir para que te den. Si no se pide, las cosas no llegan. No suele haber nadie sobrevolando el mundo en busca de necesitados de dinero, y menos para asuntos tan apartados de la actualidad mediática y de la centralidad geográfica como un espacio cultural en un pueblo. Y no es fácil, muchas veces, saber dónde y a quién pedir; se necesita un trabajo previo de búsqueda en boletines oficiales, webs de corporaciones y ministerios, fundaciones y empresas privadas. Y aun así, es difícil, insisto, y hay que dejar jugar su papel también a la casualidad. Otro asunto es la indiferencia, el miedo y hasta el rechazo con que suele recibir cualquier pequeño municipio la posibilidad de que le lleguen fondos como por arte de magia, o con el único compromiso de aportar él un pequeño porcentaje complementario; hay ediles animosos que tiran para adelante, y otros que prefieren no moverse ni tocar nada, por si acaso.
Aunque yo creía que lo del 1% cultural ya lo conocía mucha gente, parece que todavía no es así, o que se tiene una idea equivocada de ello. O eso me dijeron cuando hablé por teléfono con quienes lo manejan. Según el artículo 68 de la Ley del Patrimonio Histórico Español
En el presupuesto de cada obra pública, financiada total o parcialmente por el Estado, se incluirá una partida equivalente al menos al 1 por 100 de los fondos que sean de aportación estatal con destino a financiar trabajos de conservación o enriquecimiento del Patrimonio Histórico Español o de fomento de la creatividad artística, con preferencia en la propia obra o en su inmediato entorno.
Ese “con preferencia en la propia obra o en su entorno inmediato” es engañoso; al parecer, es sólo uno de los criterios para la concesión, y no el más importante; o sea, que no es imprescindible que se esté ejecutando ninguna obra pública del Estado en un determinado lugar para que ese municipio solicite ayudas del 1% cultural; se genera una bolsa común en todo el país, y se va repartiendo. Conocer este detalle parece algo baladí, pero no lo es en absoluto; de hecho, el que la alcaldesa de Palenzuela haya sugerido la posibilidad de pedirlo se debe a que el ferrocarril de alta velocidad de Valladolid a Burgos se construye en estos momentos y atraviesa el término municipal; y es lo que hace pensar que el pueblo puede tener derecho. Pues sí, tiene derecho, pero como todos los demás, pase o no pase el tren.
Pero hay más requisitos, y es en ellos donde se pueden encontrar las dificultades. El edificio receptor de la inversión debe ser de titularidad pública, o existir una cesión de uso público de al menos 50 años (se quedan fuera, en general, las iglesias). Para ponerlo más difícil, tiene que estar declarado BIC. Y peor todavía (para las arcas municipales): debe presentarse con la solicitud un proyecto de restauración, que hay que encargar y pagar sin tener la certeza de si se van a conceder las ayudas, y es MUY recomendable un compromiso de aportación del 25% del presupuesto por parte del ayuntamiento (o de otras personas físicas o jurídicas a quienes se pueda convencer). Estas cosas salen en la web del Ministerio de Cultura; pero claro, todo tiene sus matices, y para enterarse de ellos hay que llamar por teléfono.
Tengo que admitir que toda la gente que me atendió en las cuatro o cinco veces que hablé con Cultura y con Fomento fue muy amable; incluso me devolvieron una llamada cuando la persona por la que preguntaba no podía atenderme. Y hasta pude conversar con un subdirector general. De palabra, todo parece mucho más fácil. Me aseguran que el equilibrio en el reparto de fondos del 1% cultural juega a nuestro favor: se sorprenden de que les lleguen tan pocas solicitudes de Castilla y León. También juega a nuestro favor la pequeña cantidad que vamos a pedir; 180.000 euros son una minucia para las cifras que se manejan (unos 50 millones al año), y no es necesario que nos analice nosequé comisión para solicitudes mayores de 800.000 euros. Me resuelven la duda de los BIC; si un pueblo está declarado Conjunto Histórico, los inmuebles catalogados, aunque no tengan declaración individualizada, pueden acogerse a las ayudas (ver nota abajo). Incluso afirmaron que, en ciertos casos puntuales, el 1% cultural podía cubrir el total del presupuesto de la obra.
Claro; con este panorama, es sencillo hacerse ilusiones. Así que decidimos (o más bien decidí) confeccionar un pequeño dosier informativo, una especie de presentación del edificio, sin compromiso para el ayuntamiento, y enviarlo a los dos ministerios implicados. Sólo para que lo vieran y, cuando nos avisasen de que no cumplíamos todas las condiciones (por ejemplo, la de adjuntar un proyecto completo), hablar con ellos de nuevo, y comprobar si todos los parabienes con que habían regalado mis oídos seguían vigentes y existían posibilidades reales de que llegara el dinero. En otro momento contaré mis peripecias con ese dosier, que empecé con muy buenas intenciones allá por septiembre de 2009, pero que no di por terminado hasta mayo de 2010.
Nota. Por desgracia, esto se limitó, en la Comisión Mixta Fomento-Cultura del 3 de noviembre de 2009, a los de protección integral, cosa que no cumplimos. Me lo comunicaron en el informe sobre el dosier que redacté, y que nos llegó en septiembre de 2010. Pero no pasa nada, porque, como si estuvieran deseando que pidiéramos, me dijeron que alegase que, al tratarse de un edificio de arquitectura fortificada, podía relacionarlo con el decreto genérico de 1949 que protege a los castillos, y que ellos mismos se encargarían de informarlo favorablemente en ese aspecto.